INGREDIENTES
- 600 g. harina de fuerza.
- 6 huevos.
- 60 g. de azúcar.
- 30 g. de levadura.
- 1 cucharita -moka- de sal.
- 2 cucharadas sopera de agua de azahar.
- 1 cucharadas sopera de agua de calvados (u otro aguardiente).
- La ralladura de la piel de 1/2 limón.
- La Ralladura de la piel de 1/2 naranja
- 400 gr. de mantequilla "muy blanda".
- Azúcar "gruesa".
ELABORACIÓN
- Se mezclan todos los ingredientes, excepto la mantequilla, y se amasan enérgicamente durante 10 minutos al menos; ya bien amasados, se incorpora la mantequilla y se vuelve a amasar para integrarla homogéneamente.
- Se deja reposar la masa durante una hora y media o algo más en un lugar caliente y cubierta con un paño; hasta doblar su volumen.
- Finalmente, se le da la forma de roscón, dejarlos subir hasta que doblen su volumen y al presionar un poco con el dedo se quede marcada la huella. Pintarlos con huevo y adornarlos si se quiere con: frutas escarchadas, azúcar mojado ( para que haga grumos), almendras fileteadas mojadas ( para que no se quemen), etc.
Meter a horno fuerte, de 10 a 15 minutos a unos 180ºC.
Comprobar que están antes de sacarlos y, si es necesario, aumentar un poco el tiempo: deben quedar dorados, ligeros, esponjosos y con la corteza flexible. Antes de taparlos, esperar a que estén fríos, para que no se humedezcan con su vapor.y se mete en el horno ya caliente a 180º, durante unos 10 ó 12 minutos. Se saca, y se espolvorea con azúcar "gruesa". Se pueden rellenar de nata montada.
La Epifanía (Capítulo II de San Mateo, Versículos 1-12)Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos procedentes del Oriente llegaron a Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle». Al oír esto, el rey Herodes se turbó y toda Jerusalén con él. Y reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y escribas del pueblo, trataba de averiguar de ellos el lugar donde nacería el Cristo. Ellos le respondieron: «En Belén de Judea, pues así está escrito por el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor entre los principales ciudades de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que regirá a mi pueblo Israel». Entonces Herodes llamando en secreto a los magos averiguó de ellos con exactitud el tiempo de la aparición de la estrella. Y enviándolos a Belén, dijo: «Id e informaos con diligencia acerca del niño; y cuando le encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y la estrella que habían visto en Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de una inmensa alegría. Y entrando en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. Avisados en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Roscón de Reyes Este dulce, uno de los más antiguos de Navidad, tiene un origen pagano. El Imperio Romano celebraba la llegada del año nuevo el 1 de marzo. Los romanos atendían a las leyes del tiempo, porque al llegar la primavera desbordaban de vida árboles y plantas, y la luz aumentaba, lo que hacía creer que comenzaba un nuevo ciclo anual. En aquellos tiempos, desde mediados de diciembre a finales de marzo tenían lugar las fiestas de invierno, durante las cuales Roma celebraba la protección de sus dioses. Años más tarde la Iglesia logró cristianizar esas fiestas paganas superponiendo la fecha del nacimiento de Cristo al solsticio de invierno. Con motivo de aquellas fiestas se elaboraban unas tortas redondas hechas con higos, dátiles y miel que se repartían entre plebeyos y esclavos. En su interior se introducía una haba seca y al afortunado al que tocaba la legumbre era nombrado rey de reyes durante un corto periodo de tiempo. Hacia el año 1000 la Iglesia había logrado transformar el espíritu primitivo de la fiesta de tal modo que en diversos lugares de Francia la figura del "rey haba" recaía sobre el niño más pobre de la ciudad. Felipe V importó en España esta tradición del rosco como culminación de las fiestas de Navidad, desprovisto de todo simbolismo y cubierto de frutas escarchadas con alguna sorpresa escondida en su interior.
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