lunes, 5 de octubre de 2009

El Festival de la Luna


















Ayer tube la suerte de asistir a Misa con unos amigos católicos chinos. La Misa se celebró a las 10 de la noche y en chino, me impresionó, ya que a pesar de no entender nada, nos unían más cosas que las que nos separaban. Como decía San Josemaría; No hay, pues, más que una raza: la raza de los hijos de Dios. No hay más que un color: el color de los hijos de Dios. Y no hay más que una lengua: ésa que habla al corazón y a la cabeza, sin ruido de palabras, pero dándonos a conocer a Dios y haciendo que nos amemos los unos a los otros.(Es Cristo que pasa, 106)
Despúes de la Misa, me invitaron a celebrar con ellos la fiesta de otoño, con una cena familiar en la que pude disfrutar de su hospitalidad, soy incapaz de describir los deliciosos platosque tomamos, habría alrededor de 20 platos diferentes...todos deliciosos, gracias a Dios Yuan pidió para mi un tenedor, ya que tesulta un verdadero arte manejar con destreza los palillos. Espero aprender pronto alguno de los platos y haceros partícipes de las recetas, me gustó especialmente la sopa de marisco, setas y queso.
Os copio la tradición de esta fiesta, por si alguno más no la conoce. Me gustó comprobar como los católicos han elevado estas tradiciones de su cultura, me gustó especialmente el simbolismo que emplearon al comparar al Sol con Dios y a la Virgen María como la luna
Es una de las tres fiestas más importantes en base al calendario lunar chino, con un carácter familiar e íntimo está dedicada a admirar los hermosos dones de la naturaleza
Desde tiempos remotos, los chinos celebran tres importantes fiestas en base al calendario lunar: el Año Nuevo chino, el Festival de los Botes Dragón y el Festival de Medio Otoño. Este último se diferencia de los otros dos por su estilo más apacible y suave de celebración. Las festividades del Año Nuevo lunar y las regatas de botes dragón son eventos acompañados por grandes despliegues y mucha algarabía. También son celebraciones esencialmente diurnas.
En contraste, el Festival de Medio Otoño es una celebración más tranquila, elegante y esencialmente nocturna. Por lo general, no se hacen grandes alardes ni tampoco muchos despliegues sonoros. Más bien, es una especie de celebración familiar, íntima y de naturaleza delicada.
El festival, que cae en el decimoquinto día del octavo mes del calendario lunar, es una especie de acción de gracias, admiración de los hermosos dones de la naturaleza y reflexión al acercarse el final de la ardua jornada anual en el campo.
Las noches de otoño son más placenteras y, para los chinos, la luna luce más grande y redonda en esta época del año. Por esa razón, el Festival de Medio Otoño es una celebración primordialmente relacionada con la luna.
Como en todas las culturas antiguas, los chinos daban una connotación masculina al Sol, y una femenina a la Luna. En Occidente, el Sol es el astro rey, y obviamente la Luna es la reina del firmamento.
En una leyenda, tres hadas se transformaron en tres ancianos y bajaron a la Tierra para pedir algo de comer a un zorro, un mono y un conejo. El zorro y el mono les dieron algo de comida que tenían, pero el conejo, que no tenía nada para darles, se ofreció a sí mismo como alimento. Las hadas se conmovieron mucho por el sacrificio del conejo, así que lo convirtieron en una divinidad y le permitieron vivir en el Palacio de la Luna, donde se convirtió en el “Conejo de Jade” y en la mascota de Chang O.
En las noches de otoño, los padres chinos suelen contarles la leyenda de Chang O a sus hijos cuando observan los misteriosos contornos de la luna. Y cuando alguna nube pasajera perturba un poco la claridad de la luna, los mayores dicen que es el travieso conejo dando brincos en la superficie del cuerpo astral.
Por lo general, la cena de esa noche debe ser al aire libre. Se suele hacer una parrillada, acompañada por abundantes pasteles de luna y pomelos. El pomelo se produce para esta época del año y, por su forma redonda, tiene una asociación romántica con la luna.
Los pasteles de luna, cuyo nombre se debe a la forma generalmente redonda que tienen, simbolizan la unidad familiar y la perfección. Es costumbre regalar tales pasteles para esta época del año. Su origen se pierde entre las nieblas del tiempo. Es obvio que el festival tiene relación con las celebraciones de otoño en la sociedad rural de antaño, cuando ya se terminaba de recolectar la cosecha y comenzaban los preparativos para el invierno.

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